Pero nó….. -Cómo estás? Se levantó de la silla, camino por la habitación hacia la ventana, miró  abajo el  barrio viejo, extraño;  se le antojó de formas caprichosas en la oscuridad.   Sintió en el aire el olor a leña, la brisa fría, escucho el murmullo lejano de un pueblo pequeño en el que la danza y el coro de los animales nocturnos se mezclan con el ruido de motores y personas.   Pensó que la oscuridad de la noche, las luces a lo lejos, el cielo sin estrellas formaban un conjunto como a propósito para su estado existencialista.   Buscó una respuesta rápida pero profunda, esperó una epifanía que brotara con la respuesta clara que solucionara la incertidumbre de ella y la suya propia.   Pero no fue así.  Las respuestas no vuelan por las calles de las ciudades ni por ninguna parte, no se acercan a las ventanas de quienes salen a buscarlas aún sin conocer las preguntas, no aparecen escritas en el cielo oscuro ni son clave morse en el titileo de las luces lejanas de un barrio polvoriento y viejo y mucho menos escalan las paredes de edificios asomándose por las ventanas buscando una pregunta con la cual encajar.   Se agarró con fuerza del marco de la ventana, suspiró profundo, cerró los ojos y se decidió a responder lo primero que se le viniera a la mente en cuanto se girara y la viera ahí, sentada en su cama observándolo.   Pero no pasó.  Lo único que vio fue la oscuridad de su habitación sola, su cama vacía, iluminada solo por la luz de su computador, porque los recuerdos como las respuestas no tienen cuerpo, no ocupan un lugar en el espacio, no respiran, no corren, no se materializan en nada que viva y mucho menos que hable y haga preguntas.