EL AYUNO

Un rabino que habituaba ayunar todos los sábados, se ausentaba a la hora de la comida, desapareciendo de la vista de todos.
Esto despertó la curiosidad de su congregación, que se preguntaba a dónde iría el rabino. Todos imaginaban que en su tiempo de ayuno, se encontraba secretamente con Dios y para averiguarlo designaron a un miembro de la congregación para que lo siguiera.
El «espía» lo siguió y vio como el rabino se disfrazaba de campesino y atendía a una mujer pagana paralítica, limpiando su casa y preparando para ella la comida del sábado.
Cuando el «espía» regresó, la congregación le preguntó: «¿Qué ha hecho el rabino en sus horas de ayuno? ¿A dónde ha ido? ¿Le has visto ascender al cielo?». «No», respondió el otro, «ha subido aún más arriba».
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