Al final del día


AL FINAL DEL DIA

 

-señor, que es eso?

Sintió como si despertara en un lugar desconocido después de un largo sueño.

Era un sitio poco iluminado y con formas que poco a poco fue determinando como una capilla pequeña, hecha de madera, pintada de blanco y con pocas sillas.

-Es un libro?

Preguntó de nuevo una voz cuyo origen no vió en el reconocimiento inicial del lugar, tal vez, por estar pensando en la forma misteriosa de llegar ahí.  

Buscó de nuevo, fijando la vista en el techo oscuro y de altura incierta, luego bajó la cabeza para ver un piso rojo, sin brillo, como encerado sobre cemento.

Por fin se hizo claro el origen de las preguntas. Era un niño desconocido, como de 6 años, de cabello rubio, liso y más largo de lo normal, con cara angelical y ojos brillantes en expresión de feliz curiosidad.

- –atino a responder- el más conocido del planeta.

En su mano derecha tenía una Biblia de  pasta negra, de tamaño pequeño que dejaba ver el borde rojo de sus hojas.

-          Y que dice?

Preguntó de nuevo el niño.

-          Muchas cosas, hay cuentos, versos, canciones, mitos, cartas y muchas cosas más.

-          Si?! –pregunto aún con más sorpresa el niño-.

-          Sí, de hecho, esta armado con varios libros, escritos por muchas personas.  Tiene miles y miles de palabras, y los que saben, dicen que tiene más de cuatro millones de datos.

El niño, cada vez más sorprendido, miraba fijamente la Biblia en la mano de su espontáneo maestro.

-          cuatro millones de datos!!! –exclamó, y continuó preguntando- que son datos?

Con una paciencia y calma que no había sentido nunca, y embargado por una extraña felicidad y ternura, el inesperado maestro respondió:

-       -  datos como lugares, fechas, costumbres, nombres, monedas, guerras, etc.

-         - Es mucho!

-         - No, en realidad no. Porque todo lo que aquí dice, se resume en una sola frase; -el niño, expectante y unos pasos más cerca de él, aguardaba la respuesta- Ámense los unos a los otros. 

Viendo la expresión de sorpresa y curiosidad en el rostro del niño, prosiguió:

-           Solo se trata de hacer el bien a los demás.

-          Hacer el bien?

-          Sí, no tengas sentimientos negativos, nada de  envidias, odios, rencores, soberbias ni orgullos. No sabes cómo se hace el bien a los demás? Solo no hagas el mal a nadie. De esa forma, estarás haciendo el bien a todos los que te rodeen.  Y si quieres ser aún  más bueno, pues ayuda siempre a los demás, sin esperar nada a cambio, hazlo por el solo hecho de servir.

El niño sintió que ya no era necesario tomar el libro en sus manos, y con más felicidad que al inicio del interrogatorio, se alejó dejando la sensación que solo deja el trabajo realizado, ese regocijo de haber hecho las cosas bien, de haber hecho algo sublime y duradero, algo realmente especial.

Y con esa sensación se despertó el hombre, mirando la noche fría atreves de la ventana del vehículo que lo llevaba de regreso a casa después de un largo día.  

Hora Exacta
 
 
 
“La innovación agita el mar de las certezas y genera incertidumbre allí donde la tradición anclaba sus principios.”
(De viajes, viajeros y laberintos, Juan Francisco Aguilar, 1998)
 
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Allí donde mas bulliciosa es la alegría,
mas se lamenta la tristeza...
Y solo basta un pequeño accidente
para que la Tristeza se regocije
y el regocijo se Entristezca.
 
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