JUAN PABLO II (Karol Wojtyla)
Q.E.P.D: Juan Pablo II
por:  Gustavo Morales   

KW
El 3 de abril de 2005 pasó a mejor vida Karol Wojtyla, alias Juan Pablo II, hombre que a pesar de cualquier cosa que pueda decirse,  delante de un buen montón de Papas  no solo era un santo, sino la encarnación de Cristo mismo.

Pero allí donde radican sus mayores glorias, se esconden los peores defectos de un reinado que pudo haber sido más que un cuento de hadas.

JPII era un buen gerente. Uno que sabía que delegar tenía sus límites y que en un mundo con el catolicismo en retroceso iba a tomar más que vender estampillas de navidad para mantener con vida a la iglesia. 

Como presidente de su nación tenía que hacer lo que fuera posible para garantizar su supervivencia. Y como el Vaticano tiene tantos recursos naturales como Brooklyn, mantener a los fieles sentados en las iglesias los domingos muy bien podía valer la pena viajar por el mundo dando misas en primera clase. 

Pero trabajar en pos de la iglesia católica es una cosa y hacerlo por toda la humanidad otra muy distinta. Analizando su administración como una propaganda de Master Card, los resultados hablan por sí mismos. Países visitados: 129. Millas viajadas: 775,231 (3.24 veces la distancia entre la tierra y la luna). Personas beatificadas o santificadas: 1820 (más que todos sus predecesores en los últimos cuatro siglos). Reuniones con Jefes de Estado: 1590. Algo que realmente no tiene precio como acabar o evitar una guerra: 0. 

Juan Pablo II era un conservador de mano dura que abogó en contra del aborto y la eutanasia y que predicó la abstención como cura para el SIDA, pero que olvidó que los verdaderos problemas de la humanidad se esconden más allá de una cama de hospital o cualquier otro tipo, y que es más útil señalar culpables que inocentes.  

Pero ya que salimos de los detalles, su sucesor debería empezar su administración justo donde la dejó Juan Pablo. Soviéticos: listo. Aborto: listo. Eutanasia: listo. SIDA: listo. Asuntos a tratar en esta administración: fabricantes de armas, la ultra derecha y la amenaza del imperialismo cualquiera sea su nacionalidad. 

Y por favor, ¿será posible hacer algo acerca de la pedofilia en EE.UU.? Osea, con todos los casos en este país, el que se lleva en contra de Michael Jackson parece una injusticia. Después de todo el tipo es el rey del pop, no un hombre de Dios.

Ser Papa no debe ser nada fácil, pero si algún ejemplo nos legó KW, es que los católicos escuchan a sus líderes, nada debe ser imposible cuando algo como esto es realidad. 

Obituario de Karol Wojtila

 Por Fernando Vallejo.

(publicado por la revista SoHo en la sección Obituarios anticipados)

Pasó por esta vida mintiendo y predicando su mentira. Como el fundador de su religión inicua, no tuvo una palabra de amor por los animales. Ni una sola vez levantó su voz para defender a las ballenas que sus congéneres matan con aropones, ni a las focas que exterminan a garrotazos, ni a las vacas que acuchillan en los mataderos como acuchillan a los marranos en las fincas de Colombia la asesina y la borracha para celebrar en las navidades la venida al mundo del Niño Dios.


No le dio el alma para sentir el dolor de su otro prójimo, el más humilde y más abandonado. En un planeta superpoblado, cuyos ríos son cloacas y cuyo mar se está muriendo, se opuso al control natal.

 

 Viajó por África negra devastada por el sida predicando contra el uso del condón y a América vino a lo mismo, arrogándose por todas partes el título de defensor de los que aún no han nacido como si ellos se lo hubieran dado desde su nada.

 
¡A dónde no fue! A Bosnia, Suiza, Rusia, Guatemala, México, viajando en jet privado, recibido por la gentuza del poder y la chusma novelera, llevando a todas partes su mascarada innoble. A Colombia no podía faltar, el país más católico de la Tierra. Aquí estuvo, aquí lo vimos, aquí lo oímos, aquí nos vino el manirroto a repartir sus bendiciones. ¿Cuántos nacieron, a la sombra de su prédica, después de su visita? Millones. Millones destinados al horror que su palabra mentirosa llamó "el banquete de la vida". ¿A cuántos niños colombianos nacidos con su bendición acogió en el Vaticano? A cuántos salvó de acabar como sicarios al servicio de los paramilitares, el narcotráfico, la guerrilla? ¿A cuántos? ¿A cuántos? ¿Y a cuántos niños africanos con sida?

 
Sucedía a un papa bondadoso que reinó pocos días y que murió en circunstancias extrañas, acaso asesinado en una conjura palaciega por la Curia tenebrosa y con la complicidad de Dios. Pronto se reveló como el que era, vástago de la estirpe de los impíos, la de Pío Nono, Pío Décimo, Pío Doce y la alimaña tonsurada de Pablo Sexto de almita ponzoñosa. De ellos heredó los palacios, las obras de arte, la púrpura, el oro, los baldaquines, la Guardia Suiza, el puño firme para gobernar, la verdad infalible. Manos solícitas de monjas, curas, obispos y cardenales lo atendían, lacayos de mucha o de poca monta. De cuanto granuja hay con poder se hizo recibir o los recibió en sus palacios vaticanos. Para ellos sí estuvieron siempre abiertas las puertas de la ciudadela mas no para los desposeídos de la Tierra que por él nacieron.


Pastor de su inmensa grey, el rebaño con garras, se creía dueño de la verdad y la conciencia moral del mundo. A Cuba fue a cohonestar con su presencia los crímenes del tirano y a fotografiarse con él. Tal para cual. Se necesitaban ambos para legitimar cada quien su vileza con la del otro. ¿Y los treinta y cinco años que el carcelero de Cuba persiguió a su Iglesia? ¡Se le olvidaron! Por todo el planeta paseó el espectáculo de su vanidad de pavorreal, chapuceando idiomas como si le quemaran las plumas del trasero las lenguas de fuego del Espíritu Santo. En los primeros años de su pontificado y sus primeros viajes no bien bajaba del avión se arrodillaba a lo Pablo VI en la pista del aeropuerto a besar el suelo como conquistador que toma, con el culo al aire y a los cuatro vientos mientras suena la fanfarria, posesión de la tierra. Le quedaron faltando el genocida de Saddam Hussein y el hampón de Libia pero ya los tenía en la mira. Al terrorista de Arafat lo recibió en el Vaticano, cuyas puertas estuvieron siempre abiertas de par en par para los detentadores del poder, de la calaña que fueran.

 
Cómplice con su silencio de las escuelas terroristas coránicas, de los ayatolas asesinos de Irán y de toda la ralea musulmana, los cortejaba con sus falsedades de jesuita y sinuosidades de Maquiavelo. Siervo de los poderosos, se las daba de paradigma de la independencia moral. Enfermo de vanidad, su fatuidad lo movía a querer ser siempre el centro de la atención de todos. Nada sabía pero se creía dueño de la verdad. Sostenida por los menesterosos de este mundo la pompa de su Iglesia limosnera le echaba incienso y el lobo disfrazado de cordero lo aspiraba.


La pederastía de sus curas y obispos de Boston y de Chicago le drenó las arcas de sus diócesis más lucrativas y le hizo perder muchas ovejas de su rebaño norteamericano, ¡pero qué importa, le quedaba México! Canonizador manirroto con tal de que lo vieran, devaluó hasta la santidad. En sus solos años de pontificado canonizó a más que sus 264 predecesores juntos en dos milenios de historia de la Iglesia. País que le diera limosnas, país que premiaba con un santo. Varios centenares de beatificados le tocaron a México, mina de oro. Cansado de bendecir, al final le dio a pedir perdón, y hasta a Galileo le tocaron sus lloriqueos porque la Tierra al final de cuentas siempre sí resultó girando alrededor del Sol. A su sucesor le queda la tarea de pedirles perdón a los homosexuales, que le quedaron faltando. Era homofóbico rabioso. Babeaba y temblequeaba sin pudor mientras hacía teatro y hablaba con voz tartufa.

 
Sigue el entierro, el show televisivo, la última mascarada, la farsa póstuma, convertido el pavorreal en cadáver protagónico. Sigue el cónclave, un cónclave amañado de cardenales títeres a quienes él nombró y a quienes seguirá manipulando, por unos días, desde ultratumba. Sigue el ascenso al trono del sucesor, quien continuará su política de canonizar a lo manirroto y quien, pasado un tiempo prudente, a su vez lo canonizará. Entonces la santidad se habrá convertido por derecho propio en sinónimo de la infamia.


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“La innovación agita el mar de las certezas y genera incertidumbre allí donde la tradición anclaba sus principios.”
(De viajes, viajeros y laberintos, Juan Francisco Aguilar, 1998)
 
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